CRÍTICA - Green Book (Peter Farrelly, 2018)
Las comedias de los Hermanos Farrelly son ya un hito de las décadas de los 90 y 00. En su tiempo fueron denostadas por la crítica, pero hay que reconocerles a los de Rhode Island que inauguraron una nueva forma de hacer reír a una generación que no le veía la gracia al humor ñoño despachado en los ochenta, y que ni tan siquiera se interesó por la sofisticación del cine clásico. Los Farrelly, tras un par de comedias de nivel medio-bajo, dieron en el clavo con Algo pasa con Mary (1998). Su humor grotesco, hilarante y gamberro abrió la veda a decenas películas firmadas por desiguales realizadores que no estuvieron a la altura de las películas de los Farrelly. Y es que estos hermanos son muy buenos.
Cuando salió la noticia de que uno de los Farrelly, Peter, iba a dirigir en solitario una comedia dramática, la sorpresa fue doble. Además, se filtró que el protagonista iba a ser Viggo Mortensen. Curioso tándem Sin embargo las dudas han sido eliminadas a golpe de sencillez y calidad.
Green Book no anhela conquistar horizontes imposibles. Aquí radica gran parte de su éxito. El discurso es sencillo y cercano, que es esencial para que el público entre en la película con inmediatez. Y hay que señalar que los temas tratados no son de los llamados cómodos para conseguir la implicación del respetable; Racismo, década de los sesenta, sur de EE.UU... son ingredientes para hacer un drama muy dramático, si me permiten la redundancia. Títulos buenos como Criadas y señoras, ó estupendos como Detroit, representan los ejemplos más recientes de denuncia respecto a las prácticas racistas realizadas durante Siglo XX en EE.UU. Sin embargo Farrelly ha conseguido esta delación desde el prisma más difícil, el de la comedia.
Es el humor lo que hace triunfar a la película,y los responsables de hacer realidad el texto firmado por Farrely, Brian Currie y Nick Villalonga, son sus dos actores principales: el citado Mortensen y Mahershala Ali. Ambos están inconmensurables. La dupla de intérpretes juega con los dos personajes, situados en las antípodas el uno del otro. Mortensen da vida a Tony Lip, un tipo de la calle,más bien pendenciero, racista y de modales bruscos, mientras que Ali encarna a un pianista sensible, educado y alcohólico.
La premisa inicial no es original. De hecho se asemeja mucho a la propuesta planteada en aquel maravilloso film llamado Paseando a Miss Daisy. Negar esto es negar una evidencia. Pero Farrelly no apuesta por la originalidad, ni por un estilo espectacular y novedoso. Todo lo contrario. El largometraje aboga por hacer una obra sin artificios, basada en los diálogos. La cámara ahorra cada movimiento innecesario, poniendo la mirada del espectador sólo donde debe estar.(Hablando de antípodas. Las antípodas estilísticas de este film las podrá encontrar usted en La favorita de Lanthimos).
Green Book llega a las salas para quedarse en el corazón del espectador. El resultado de tan insólito proyecto es portentoso, en tanto que despide donosura y empatía plano a plano. Sí, la peli me la sé, pero da igual. Se degusta con total entrega.
Lo mejor: Mortensen y su faceta cómica, Alí, los diálogos, el precioso Callidac...
Lo peor: El personaje de Lip no está desarrollado con la sutileza que posee el resto del fim.
Nota: 8